Como si de un pasaje bíblico se tratase, la Reserva Global de Semillas de Svalbard, en Noruega, guarda en su vientre de acero más de 100 millones de semillas procedentes de todos los lugares del mundo.
A una distancia de 138 metros de profundidad, los tres almacenes en que está dividida la reserva tienen capacidad para 2000 millones de pepitas, que sólo se podrán extraer en caso de catástrofe o de extinción del nutriente en cuestión. De esta forma, los nutrientes se pueden conservar en perfecto estado durante siglos. La bóveda está tan preparada que podría afrontar ataques nucleares, erupciones volcánicas y en caso de fallo sistemático la capa de hielo que lo recubre puede conservar toda la reserva alimenticia.
Detrás de esta gran reserva está el objetivo de tener un almacén de seguridad que permita la conservación en perfecto estado de todos estos nutrientes. De hecho, hay más de 1.400 tipos de semillas que podrían repoblar los campos terrestres en caso de desastre, según expertos. En los últimos años, se habían propiciado este tipo de grandes almacenes la mayoría habían sido destruidos por los problemas internos y las guerras internacionales.
La idea está muy lejos de los experimentos genéticos que se le presuponen a este tipo de pruebas científicas. De hecho, los creadores reconocen en esta gran reserva una enorme “Caja Negra” asimilando la terminología a la que se utiliza para las cajas de seguridad de los aviones. Como si una catástrofe estuviese a la vuelta de la esquina.
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