martes, 11 de octubre de 2011
Investigadores chilenos estudian cuánto viven las aves del bosque más austral del mundo
El estudio, realizado en la reserva de la Biosfera Cabo de Hornos, constató que las pequeñas aves más longevas pueden vivir más de ocho años. Los hallazgos podrían servir en el futuro para combatir el envejecimiento en humanos, proyectó uno de los investigadores durante el Congreso Chileno de Ornitología, organizado por la U. Andrés Bello y la Unión de Ornitólogos de Chile.
Coigües, lengas y ñirres conforman el bosque más austral del mundo ubicado en el Parque Etnobotánico Omora, inserto en la reserva de Biosfera Cabo de Hornos, una de las 24 áreas silvestres más prístinas del mundo, según reporta la Unesco. ¿Qué tan longevas pueden llegar a ser las aves que viven en este hábitat? Esa fue la pregunta que se plantearon Jaime Jiménez y Ricardo Rozzi, investigadores del Programa de Conservación Biocultural Subantártica de la University of North Texas y la Universidad de Magallanes.
Para responder a esta pregunta, los científicos usaron datos recopilados de un estudio de largo plazo monitoreo de aves entre enero de 2000 y agosto de 2011 en el Parque Omora, donde mediante redes capturan y recapturan mensualmente las aves, las cuales son identificadas con anillos numerados en sus patas y luego liberadas para su seguimiento. Así se ha logrado capturar a casi 10 mil aves de más de 20 especies diferentes. Este es el primer estudio de esta envergadura en Sudamérica y en los bosques subantárticos, los más australes del planeta.
Los resultados fueron presentados en el X Congreso Chileno de Ornitología, organizado por la U. Andrés Bello y la Unión de Ornitólogos de Chile. El trabajo arrojó que la especie más longeva que habita en el bosque más austral del mundo es el Fio-fio (Elaenia albiceps), cuya edad máxima registrada fue de 8,2 años. Esta, además, es un ave migratoria que se reproduce en el sur de Chile y todos los años vuela miles de kilómetros para invernar en los bosques tropicales. Los investigadores también están estudiando las migraciones de estas aves mediante pequeños computadores en las aves trasportan. En segundo lugar de longevidad se ubicaron el cometocino patagónico (Phrygilus patagonicus) y el rayadito (Aphrastura spinicauda) con 6,2 años y luego el zorzal (Turdus falcklandii) con 6 años.
Se trata de especies pequeñas, con un largo que fluctúa entre los 12 y 16 cm, a excepción del zorzal que alcanza los 26 cm de largo. Son organismos con un metabolismo rápido, alta temperatura corporal y altas concentraciones de glucosa sanguínea, “todos factores que producen procesos degenerativos y mal funcionamiento celular que llevan al envejecimiento del organismo”, explica Jaime Jimenez. Pese a esto, viven tres veces más que mamíferos del mismo tamaño.
El científico agrega que “la aves, a pesar de que también tienen diabetes, artrosis y otros problemas degenerativos similares a los humanos, parece que estos ocurren de manera mucho más lenta y parecen presentar una suerte de postergación de la senescencia”. Por este motivo, el estudio de la edad y los mecanismos fisiológicos de las aves australes podría ser de utilidad para potenciales aplicaciones a la salud humana en el futuro, si se logra identificar y explicar los mecanismos que hacen que estas aves no envejezcan de manera acelerada o prematura.
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